Los sabores que marcan la diferencia 

LA JUVENTUD AL FRENTE. Nos adentramos con Brenda en la Granja Los Tumbitos, donde descubrimos que las ganas de trabajar y mejorar están presentes en el día a día de esta granja ubicada en Barlovento.

A GUSTO DEL CONSUMIDOR. En Granja Los Tumbitos los encargos de queso se reciben a gusto del consumidor. La oferta va desde el pasado por aceite de oliva hasta el queso de chocolate.

Granja Los Tumbitos guarda consigo la tradición familiar junto a la modernidad del relevo generacional. Con Brenda Rodríguez Concepción al frente desde hace dos años, esta granja lleva produciendo queso desde 1984, aunque sus orígenes se remontan mucho más atrás. En la familia se han dedicado a la ganadería durante varias generaciones. Brenda aprendió de su padre, don Jorge Luis Rodríguez Rodríguez, quien a su vez había aprendido el oficio del suyo, Pedro Ruperto.“Mi abuelo tenía cabras y mi bisabuelo también. Me crié desde chiquitita con eso, y me gustaba”, cuenta. De esta manera, no es extraño que también ella desde muy niña se interesara por descubrir y aprender los secretos del queso. Tras terminar sus estudios y luego de dedicarse a otras labores, aunque sin dejar de lado la ganadería, decidió asumir las riendas de la granja por sí misma. “El queso siempre lo hemos vendido. En épocas de mi abuelo, el queso se guardaba y se vendía a quien venía a buscarlo desde Tenerife una vez al año, porque antes en la Isla todo el mundo tenía una cabra en su casa”, relata. “Llevo toda la vida cuidando cabras, pero en febrero del año anterior mi padre me pasó el relevo. Llevo dos años con la granja a mi nombre, aunque haciendo queso puedo llevar perfectamente desde el año 2008”, recuerda. El día a día implica sacrificio y dedicación, afrontados con la ilusión propia de alguien joven y con ganas de trabajar. “En el día a día me levanto a las cinco de la mañana, empiezo a ordeñar, hago el queso y estoy en la granja hasta que termina todo. A veces pasan días que no salgo ‘de casa’”, explica entre risas. Y es que la casa de Brenda se sitúa muy cerca de la de sus padres, ambas a pocos minutos de la granja. “Con que me levante cinco minutos antes, puedo estar aquí a tiempo”.

UNA PRODUCCIÓN EN AUMENTO
“En años malos, las cabras han dado 70 ó 80 kilos de queso al día. Ahora con las buenas condiciones espero que aumente”, comenta con relación a las mejoras que se han llevado a cabo en la granja. “La parte nueva la estrenamos en octubre”, señala.

Para Brenda es importante la cercanía con sus clientes, quienes pueden acercarse a la granja para encargar o llevarse su queso preferido. Desde el mezclado con orégano hasta el espolvoreado con pimentón ¡o incluso el de chocolate! “No es algo para todos los días, pero para una ocasión especial mucha gente encarga quesos diferentes. Tengo algunos restaurantes que los piden con hierbas para ofrecer alguna novedad”, desvela. “Le pongo lo que el cliente me diga. Lo importante es que le guste al cliente”.

Uno de los secretos de Brenda es el mimo y cariño con el que cuida su manada. Cada día salen fuera de la granja para su pastoreo. “Las cabras salen desde que termino de hacer el queso hasta el oscurecer. Las llevamos pastoreando por la costa, donde tenemos unos pases y cercos, para no tener que estar allí todo el día”. Además, da fe de que la música clásica o la radio relajan a los animales. Las cabras forman parte de la familia. “Todas tienen nombres, y la que no, es la hija de fulanita o menganita. Conozco a cada cabra porque estoy todo el día con ellas”, dice.

La granja cuenta con unas 400 cabras de raza palmera. “Son las mejores. Tienen buen porte, son bonitas y tienen un rendimiento quesero superior al de otras razas porque su leche es de calidad. A la hora de hacer el queso con menos litros de leche obtienes más cuajada”, argumenta.

Brenda lo tiene claro: “Al queso palmero hay que darle un impulso y sacarlo fuera. Tenemos más calidad de queso que la que estamos vendiendo. Del queso palmero no se ve publicidad”. Una de las cosas que le apenan es que fuera de la Isla no se reconozca debidamente el queso palmero. Y no lo dice por ella, que gracias a la fidelidad de sus compradores ve en aumento sus ventas. “Yo vendo en la zona.  Barlovento, Los Sauces, Las Breñas… además de a los clientes particulares que vienen a comprarlo aquí. Tenemos la intención de poner un punto de venta en la granja”.

Actualmente Brenda es  la presidenta de la Asociación de Criadores de Cabra de Raza Palmera, en la que, entre otras cosas, “se fomenta la cabra palmera, se mejora la raza a través de los machos y se hacen controles lecheros para controlar la calidad del producto que se ofrece. Buscamos mejorar como ganaderos”, expone.

“Los premios son un reconocimiento, pero a mí lo que me interesa es que se venda el queso”. Y hablando de concursos, premios y demás reconocimientos, comenta que, en ocasiones, se utilizan cuajos artificiales para los quesos presentados a concurso, una práctica que cree totalmente inadecuada.  “Algunos catadores no están acostumbrados al sabor del cuajo de cabrito… y sin él, los quesos no saben a nada. El cuajo de cabrito se debería de fomentar en la Isla”, defiende.

Aunque no duda de la buena salud de la cabra palmera, opina que “la ganadería va a dar un bajón, porque aunque hay casos puntuales de jóvenes que comienzan, para cuando la gente mayor se jubile, no habrá relevo”. Es consciente de que empezar de cero no es fácil. “Alguien que empieza tiene que tener en cuenta que la alimentación de las cabras es muy importante, y a la hora de ordeñar y hacer el queso hay que saber identificar cualquier problema que pudiera surgir para poder obtener un buen resultado. A mí me costó para hacer esta granja”, indica. “El que nunca haya tenido cabras debería pasar tiempo con algún ganadero para aprender.  Una granja-taller podría ser una buena idea para ello”, añade como una posible solución para aquellos que quieran comenzar en el mundo de la ganadería sin experiencia previa.

EN LA VARIEDAD ESTÁ EL GUSTO
Los Tumbitos ofrece quesos de diferentes grados de maduración, sabores y tamaños. Los quesos se ahúman en la propia granja utilizando pinillo o nopales secos provenientes de las tuneras, el cual les concede un sabor especial.